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El efímero puzzle de "El abrazo" de Picasso. Relato de un descubrimiento

La historia de este hallazgo tiene dos fechas, 2004 y 2010. El verano de 2004, durante una visita al Museu Diocesà de Barcelona con motivo de la exposición “4Gats. De Casas a Picasso”, vi por primera vez un dibujo rarísimo de Picasso, proveniente de una colección particular. La obra se presentaba como si fuera completa y se trataba de una franja vertical, alargada y estrecha (59 x 12,6 cm), donde sólo se distinguía un edificio y un carruaje. Era un pastel sobre papel de un cromatismo vibrante. Aunque sorprendente y poco conocido, no ofrecía duda alguna, era un picasso.

Compré el catálogo y seguidamente escaneé la imagen para incorporarla a mi archivo picassiano, entre las obras que merecen un seguimiento especial. Durante días me obsesionó esta imagen que, desde un primer momento, me había parecido familiar. Con sólo verla tuve la convicción de que existía otro fragmento, ya que daba la impresión de ser una obra incompleta. Picasso nunca hubiera firmado una creación suya –y esta iba firmada inequívocamente de su mano– de estas características.

El abrazo

Franja vertical de la obra. Foto: Gasull Fotografia

La franja presentaba una lectura iconográfica –que evocaba a Steinlen y Munch– y unas características técnicas que la situaban con toda seguridad entre los años 1900 y 1901, es decir, durante las dos primeras estancias en París –y básicamente durante la primera, en que empleó el pastel tras los pasos de Toulouse-Lautrec y, sobre todo, Degas. Di un vistazo a todos los pasteles de este período y pronto resolví el enigma: en una visita al Museu Picasso me entretuve mirando algunos de los magníficos pasteles de la época parisina. Mirando uno de los mejores, El abrazo, me di cuenta de que, tanto por el cromatismo como por la estructura, podía encajar con la franja. En aquel momento no tenía ambas imágenes al alcance para confrontarlas, pero la convicción ya era casi total. Acabé la visita precipitadamente con la necesidad de comparar ambas piezas. Y, efectivamente, encajaban a la perfección: la franja era exactamente la parte izquierda de El abrazo, de la que durante muchos años había estado separada. En ese momento, como desconocía quién era el propietario, no hice otra cosa que incorporarlo a mi archivo como un pequeño hallazgo, sin ir más allá.

El abrazo

El abrazo. MPB 4263. Foto: Gasull Fotografia

En la primavera de 2010 y con motivo de la preparación de la exposición “Picasso vs. Rusiñol”, el conservador del Cau Ferrat de Sitges, Ignasi Doménech, en una conversación informal me habló de la existencia de un picasso en una colección particular, por si me interesaba. A menudo me llegan noticias de éstas, pero en un tanto por ciento muy elevado la autoría de la obra es más que dudosa. Cuando quise saber más sobre la pieza, el primer dato me puso en alerta: “se trata de una franja vertical”, me dijo. La primera información que se da sobre una obra de arte suele ser el tema (“es un paisaje”), la técnica (“es un óleo”), pero raramente el formato. Sin embargo, esta fue la primera información porque precisamente era la más específica, la que más la diferenciaba de otras. Enseguida intuí que podía ser la obra que había visto en 2004 y le pedí la posibilidad de verla. Así fue: aproximadamente un mes después ambos visitamos a la propietaria y, al mostrarnos el cuadro, se confirmó definitivamente la hipótesis. Pedimos la pieza en préstamo para la exposición, a lo que accedió muy amablemente. Ahora las dos partes están enmarcadas conjuntamente y a muy pocos milímetros una de la otra, casi como se había ideado en un principio. Esta nueva visión ofrece una lectura muy distinta; compositivamente se produce un desencuadre de la escena central en la medida en que la pareja protagonista pierde centralidad. El camino-carretera añade profundidad y el carruaje dota de movimiento y dinamismo un espacio hasta ahora dominado por el estatismo de dos figuras que presentan un nivel de fusión casi escultórico.

El abrazo

Visión de conjunto.

Ambas partes están firmadas pero, a nuestro entender, cronológicamente la primera firma es la de la franja. Con toda seguridad, la obra fue mutilada por el propio artista –o con su consentimiento–, y entonces la volvió a firmar, esta vez dedicada al “doctor Bilaró” (sic). Sean cuales sean las circunstancias, lo cierto es que fue mutilada muy poco tiempo después porque las firmas son casi coetáneas. La primera (“P.R.Picasso”) es del otoño del año 1900 y la segunda (“P.Ruiz Picasso”) es un poco posterior, del mismo año o como mucho de 1901, año en que se decanta definitivamente por la firma “Picasso”.

Picasso versus Rusiñol

Exposición "Picasso vs. Rusiñol". Foto: Xavier Torres-Bacchetta

Desgraciadamente, a El abrazo en su estado original solo le quedan unos meses de vida. El 5 de septiembre de 2010, cuando concluya la exposición “Picasso vs. Rusiñol”, la franja volverá a la colección particular de donde ha salido. Pero ya no será lo mismo, nunca más podremos mirar El abrazo como la mirábamos antes, cuando la considerábamos una obra completa. Ahora ya cuenta con toda una historia detrás que, añadida a su calidad técnica, la hará aún más apasionante a nuestros ojos. Eduard Vallès Conservador del museo y comisario de la exposición “Picasso vs. Rusiñol”

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