En la mitología clásica, las dríadas son las ninfas o diosas que se encargan del cuidado de los árboles y del bosque. El nombre proviene del mismo término que en griego significa «roble» y es una figura que se manifiesta en Las Metamorfosis de Ovidio, un texto que fascinaba de forma espacial a Picasso y que se encuentra presente a lo largo de toda su obra. En 1908 el artista pintó una dríada, desnuda, casi de tamaño natural, y representada con estilo cubista y que actualmente se encuentra en la colección del Museo del Hermitage de San Petersburgo. Este lienzo clave fue el punto de partida de la quinta sesión del Doctorado Picasso Lecturas ginocéntricas de la obra de Picasso, que se celebró el día 18 de enero y en la que Jèssica Jaques desarrolló el tema de la iconografía de la mujer fuerte en la obra picassiana.
Jèssica Jaques, profesora de Teoría y Estética de las Artes en la UAB y codirectora del doctorado junto con Androula Michael —quien también participó en la sesión— y con Emmanuel Guigon, director del Museu, considera que La Dríada es la culminación de una especie de iconografía que nace durante la temporada que Picasso pasó en Gósol en 1906, acompañado por su pareja de aquel momento, Fernande Olivier. Jaques, que ya hace años que estudia este momento crucial en la evolución de la obra de Picasso y que está vinculada personalmente a Gósol, confesó que La Dríada es su obra preferida de Picasso, como también lo es del historiador de arte Valeriano Bozal, quien también ha estudiado esta tela.
Sin embargo, Jèssica Jaques entiende lo driádico «como una energía creativa femenina desconocida para Picasso hasta el 1906», concretamente hasta su estancia en Gósol, donde descubre un modelo de mujer, muy alejado tanto del modelo de mujer burguesa como de la mujer bohemia que había conocido en Málaga, Barcelona o París. En el pueblo, encuentra una mujer fuerte, valiente, que debe llevar a cabo tanto tareas de agricultora y ganadera como de cuidadora de criaturas y ancianos, y a la vez está muy conectada con la naturaleza. Además, en su representación, Jaques empezó por apuntar la fuerte influencia de Cézanne en esta etapa de Picasso, que se ejemplifica cunado se comparan los célebres paisajes del pintor francés de la montaña Sainte-Victoire con las obras picassianas de Gósol donde aparece la silueta del Pedraforca, o en la estructura de escenario triangular de las telas de bañistas de Cézanne parecidas a las de algunas obras de aquel momento de Picasso.
Jèssica Jaques se refirió al «matriarcado de Gósol» para hablar de un prototipo de mujer que vivía en una economía de subsistencia, en condiciones muy duras, y que eran «damas de los bosques, de los huertos, de los prados, de los animales, de las criaturas y de los ancianos», en ausencia «de los hombres itinerantes» que tenían que marcharse para segar los campos o esquilar las ovejas. En las pinturas de esta estancia y en los dibujos del Carnet catalán, de la colección del Museu, y de otro carnet perteneciente al Museo Picasso de París, Picasso refleja la vida cuotidiana de las mujeres de Gósol cargadas con leña del bosque, llevando agua y porteando hogazas de pan en la cabeza. Seguramente Picasso también se encontraría con mujeres que eran contrabandistas, como Bàrbara de Cal Farinas, mujeres de una gran fortaleza que arriesgaban sus vidas en largas rutas nocturnas por la montaña.
Diferente a las matriarcas payesas de Gósol, pero también fuerte como ellas, es el personaje de la escritora Gertrude Stein, coleccionista de arte y gran amiga de Picasso, de la que ya hablamos en la cuarta sesiónó de este Doctorado Picasso, como ejemplo de otro modelo de mujer absolutamente singular: una intelectual que se muestra abiertamente lesbiana, con una relación con el pintor de igual a igual. Es precisamente en el regreso de Gósol que Picasso termina el famoso retrato de la escritora y pinta su rostro con una máscara. La amistad de Stein tiene un gran impacto en Picasso hasta los años treinta, afirmó Jaques: «Gertrude Stein era una voz fundamental en la polifonía creativa de Picasso». La amistad entre Stein y Picasso se enfrió en la década de los treinta, seguramente por motivos políticos dado que la autora dio su apoyo al Mariscal Pétain. Sin embargo, Jaques, que en este momento se encuentra al cargo de la traducción al catalán y al castellano de los poemas y las obras de teatro del artista, apuntó que el influjo de Stein se pude notar en los escritos de Picasso.
Una de las reflexiones de Jèssica Jaques sobre el cuadro de La Dríada parte del hecho que Picasso era susceptible a ser vigilado por la policía de la prefectura francesa, dado que en Barcelona había frecuentado un entorno anarquista, un dato que se recoge en el libro Un étranger nommé Picasso, de Annie Cohen-Solal. Según Jaques, que Picasso se marchase de Gósol a través de la frontera francesa y no regresando a Barcelona, donde en ese momento tenían lugar numerosas manifestaciones, podría tener motivaciones políticas. La Dríada, sospechosamente con un rostro muy parecido al del artista, masculinizado, podría representar una especie de «huida nocturna o de algo que se oculta». Jaques también se refirió al texto teatral de Picasso, Les quatre petites filles (Las cuatro jovencitas), escrito entre noviembre de 1947 y agosto de 1948, en un momento de reconstrucción tras la guerra mundial, en el que «son cuatro jovencitas, cuatro mujeres fuertes, las que refundan el mundo, una refundación que se puede dirigir hacia un mundo de paz o hacia un mundo cruel». Se da la circunstancia de que Les quatre petites filles sería la segunda obra de teatro de la cultura occidental en la que las protagonistas son todas mujeres, después de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, a quien es posible que Picasso quisiese homenajear con este texto.
Después de las obras de Gósol, ¿cómo se manifiesta el prototipo de la «mujer fuerte» a lo largo de toda la trayectoria picassiana? Según Jèssica Jaques, es una iconografía que surge en muchos momentos como en las pinturas de bañistas de los años veinte, los mismos retratos de Marie-Thérèse Walter o en las dos últimas décadas de la producción del artista, en las que «la presencia masculina se va debilitando y la femenina es muy fuete y rotunda». En la escultura picassiana, la presencia de la «mujer fuerte» es aún más contundente.
El prototipo de la «mujer fuerte» es uno de los nuevos modelos de mujer en la obra picassiana que han surgido a raíz del Doctorado Picasso y que enriquece los estudios desde una perspectiva de género. Se puede comprobar en el resto de sesiones del Doctorado. Como ya indicó Jèssica Jaques, estas nuevas lecturas no solo aportan nuevas visiones sobre la obra del autor, sino que también a todo aquello que se refiere a las compañeras del pintor y a buscar «su parte femenina en el momento de creación».
Doctorado Picasso: «Lo «driádico»: la iconografía de la mujer fuerte en la obra de Picasso»:
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