Cuando en 1656 Velázquez pinta Las Meninas, el retrato más revolucionario de una familia real que se había llevado a cabo hasta ese momento, la infanta Margarita María Teresa de Austria, que en aquel entonces cuenta con 5 años, es la heredera a la corona española. En ese momento, todavía no había nacido su hermano Carlos, que acabaría reinando y que, a causa de su frágil salud, sería conocido con el sobrenombre del Hechizado. Sin embargo, cuando Velázquez pinta su gran obra maestra, Margarita todavía representa la garantía de la continuidad de los Austria en el Estado. El pintor la sitúa en el centro de la composición, vestida de blanco. La niña, con su largo cabello rubio, mira al espectador. Margarita ha acabado pasando a la historia por ser una de las imágenes más icónicas de la historia de la pintura.
- Velázquez, Diego Rodríguez de Silva. «Las Meninas», 1656. Óleo sobre lienzo. 318 × 276 cm. Museo del Prado, Madrid
- Pablo Picasso. «Las Meninas», 1957. Pintura sobre tela. Óleo sobre tela. 194 x 260 cm. Donació Ruiz Picasso, Pablo, 1968. MPB 70.433
En el año 1957 Picasso se encargaría también de multiplicar la imagen de la pequeña infanta con su serie de Las Meninas, que se conserva en el Museu, con cuarenta y cinco obras que reinterpretan el cuadro de Velázquez, a quien el malagueño admiraba profundamente. De esa manera, Margarita se convirtió también en un icono de la obra picassiana, dado que el pintor le otorgó un trato preferente en la serie.
Pablo Picasso. Las Meninas (infanta Margarita María). Cannes, 6 de setiembre de 1957. Óleo sobre tela. 46 x 38 cm. Donación Pablo Picasso, 1968. Museu Picasso, Barcelona. MPB 70.449
¿Pero qué vida tuvo la pequeña Margarita? Velázquez ya la había pintado cuando solo tenía 2 años y la pintaría a menudo en el futuro, entre otras cosas porque los retratos eran enviados a otras cortes. Una de las ciudades de destino de esos retratos era Viena, ciudad donde residía su tío, el emperador Leopoldo I, y a quien Margarita fue prometida desde muy pequeña. Leopoldo era el hermano de su madre, Mariana de Austria, sobrina y esposa del rey Felipe IV; la endogamia de los Austria. Así, Margarita, a pesar de vivir con lujo y todas las comodidades, no era libre para elegir. Para el Estado, y desde su mismo nacimiento, ella solo era una moneda de cambio en la política europea, y su matrimonio con Leopoldo supondría la reconciliación entre las dos ramas de los Habsburgo.
Dado que el príncipe Carlos tenía una salud delicada y Margarita era la siguiente candidata a la corona española, la boda de la infanta con Leopoldo se «postergó» hasta el año 1666, cuando la muchacha cumplió los 15 años y el emperador, 26. El matrimonio se celebró por poderes el 15 de abril y días más tarde la joven, acompañada de un lujoso séquito, emprendió el viaje hacia Viena, que se alargaría hasta los siete meses. Una de las paradas del trayecto fue en Barcelona, donde se la recibió con gran pompa y solemnidad. A causa de una indisposición, la recién emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico permaneció un mes en la Ciudad Condal. Finalmente, el 5 de diciembre llegó a la ciudad de Viena.
Parece ser que la relación entre el emperador y Margarita fue buena. Ambos compartían el amor por el teatro y la ópera, y la emperatriz promovió la representación de autores españoles en la capital. A pesar de ello, les esperaba un destino trágico. Margarita dio a luz a cuatro hijos pero solo una hija llegaría a la edad adulta, María Antonia. El primer hijo vivió solamente un año y el tercero sobrevivió solo pocas horas. Margarita, muy deprimida, se volvió a quedar embarazada en 1673 pero no logró superar las complicaciones del cuarto parto y tanto la madre, de solo veintiún años, como el recién nacido murieron. La emperatriz fue enterrada en la cripta de los Capuchinos de Viena.
En la serie de Las Meninas de Picasso, la luminosa imagen de la infanta es reinterpretada de manera individual hasta diecisiete veces. Las variaciones van desde el retrato en blanco y negro hasta el retrato multicolor, desde plasmarla con formas simplificadas a plasmarla con manchas, pasando por los trazos rítmicos, densos y superpuestos. Eso sí, en ningún momento deja de tratarla con dulzura. Velázquez situó la futura emperatriz austríaca en el centro de nuestras miradas y Picasso no duda en repetir lo mismo cuando rinde homenaje al maestro sevillano.
Pablo Picasso. Las Meninas (infanta Margarita Marñia). Cannes, 14 de setiembre de 1957. Óleo sobre tela. 100 x 81 cm. Donación Pablo Picasso, 1968. Museu Picasso, Barcelona. MPB 70.459
Pablo Picasso. Las Meninas (infanta Margarida Maria). Canes, 21 d’agost del 1957. Oli sobre tela. 100 x 81 cm. Donació Pablo Picasso, 1968. Museu Picasso, Barcelona. MPB 70.436
enero 16, 2020
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