Pablo Picasso: Retrato de Pepe Illo. Dibujo sobre papel. 1898. Lápiz marrón y sanguina sobre papel. 17,5 x 10,5 cm. Inscripción: Pepe – ILLO / JOSEPH DELGADO a lápiz marrón y sanguina, margen inferior. Donación Picasso, Pablo, 1970. MPB 111.367
En nuestra serie sobre los habitantes del Museu Picasso de Barcelona, queremos dedicar este artículo a José Delgado Guerra, más conocido como Pepe-Hillo (nombre que, a veces, se escribe sin la h y sin guión: Pepe Illo), y quien, además de ser una figura clave en la evolución de la tauromaquia, también se granjeó una gran popularidad gracias a su estilo poco ortodoxo.
Pepe-Hillo nació en Sevilla el 14 de marzo de 1754 y aprendió a torear como discípulo de Joaquín Rodríguez, de apodo, Costillares, considerado el padre de la tauromaquia moderna. En el año 1769, con tan solo 15 años, debutó como novillero, y al cumplir los veinte recibió la alternativa de la mano de Juan Romero, convirtiéndose oficialmente en matador de toros.
Dotado de un estilo muy particular, cargado de filigranas y con un punto temerario, Pepe-Hillo se ganó la simpatía de los aficionados a las corridas, pero también la enemistad de los toreros más puristas. Ese fue el caso de Pedro Romero, quien consideraba que el torero solo podía usar las manos y debía mantenerse quieto de cintura para bajo. Quizás para demostrar que él también conocía las reglas clásicas, Pepe-Hillo publicó en 1796 el tratado La tauromaquia o Arte de torear, redactado probablemente por su amigo José de la Tixera.
Finalmente, el 11 de mayo de 1801, Pepe-Hillo murió en la plaza de la Corte de Madrid (actualmente, la plaza Monumental de Las Ventas), al recibir dos cornadas de un toro bautizado con el nombre de Barbudo. La muerte del torero causó una gran conmoción en la ciudad, hasta el punto de que Goya dejó constancia de dicho episodio en algunos grabados y la reina María Luisa se refirió al mismo en su correspondencia privada.
La fama de Pepe-Hillo siguió viva muchos años después de su muerte, tal como demuestra el hecho de que Pablo Picasso le dedicase el retrato que encabeza este artículo, cuando el artista aún era adolescente. Se trata de un pequeño dibujo sobre papel que incluye la firma «P.R.P.» (Pablo Ruiz Picasso) y la inscripción «Pepe-Illo / Joseph Delgado» que el artista donó al Museu en el año 1970.
David Douglas Duncan: Picasso trabajando en La Tauromaquia. La Californie, 1957. Copia moderna digital para inyección de tinta. 50 x 60 cm. Donación David Douglas Duncan, 2013
Casi tres décadas después de este dibujo, en 1927, Gustau Gili Roig, fundador de la editorial Gustavo Gili, le propuso a Picasso ilustrar el primer libro de la colección de alta bibliofilia «Ediciones de la Cometa». Picasso aceptó el encargo y le sugirió a Gili ilustrar el tratado de Pepe-Hillo. El artista compuso siete aguafuertes sobre cobre entre 1927 y el 1928. El 26 de octubre de 1929 Gili Roig escribe en una carta a Henry de Montherlant que los aguafuertes eran «magníficos» y que quería editar la obra «en formato de gran lujo». Lamentablemente, el proyecto se interrumpió por motivos que se desconocen.
El 6 de enero de 1956, Gustau Gili Esteve se puso en contacto de nuevo con Picasso para retomar el proyecto que había dejado inacabado con su padre. Picasso le respondió que «en este momento, Gili, nada me complacería tanto como ilustrar un Pepe Illo», y se puso a trabajar en las ilustraciones en primavera de 1957, después de asistir a las corridas de toros de Arlés. En esta ocasión Picasso creó 28 aguatintas al azúcar estampadas en el taller Lacourière-Frélaut de París y una punta seca para la cubierta, estampada por Jaume Pla en Barcelona. Las obras tenían el objetivo de mostrar el proceso completo de las corridas.
Picasso volvió a las corridas de toros de Arlés en otoño de 1957 y, en un arrebato de euforia, lanzó el reloj de Jacqueline a uno de los toreros. Al ser informado de esta anécdota, Gili Esteve le regaló a Picasso dos relojes «de parte de Pepe-Hillo». Picasso se lo agradeció con el obsequio de un cuaderno de bolsillo repleto de escenas y textos alusivos a La tauromaquia que Gili editó en facsímil. Este hecho enlaza con la leyenda de que Pepe-Hillo fue el inventor de «la suerte del reloj», que consistía en enseñarle al toro un reloj de muñeca justo antes de matarlo para que fuese consciente de que le había llegado la hora.
La tauromaquia o Arte de torear de Pepe-Hillo, editado por Gustavo Gili y con las ilustraciones de Picasso, se terminó de imprimir el 25 de octubre del 1963 y salió al mercado el 11 de desembre. Si vistáis el Museu antes del 24 de febrero, no solo podréis ver los grabados que el artista realizó para este libro en la exposición «Pablo Picasso y los editores Gustavo Gili» sino también el retrato de Pepe-Hillo que forma parte de nuestra colección permanente.
Más información:
Redacción del Museu
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