Por segundo año consecutivo y como proyecto de fin de curso, los estudiantes de composición del Conservatori del Liceu han compuesto una obra musical en torno algunas de las obras de la colección del museo.
En este proyecto, el Conservatori del Liceu y el Museu Picasso han trabajado para explorar las nuevas interpretaciones que otros lenguajes artísticos y nuevas generaciones de creadores pueden aportar a las obras de nuestra colección.

Como decía Picasso, «Un cuadro vive su vida como un ser vivo, experimenta los cambios que la vida cotidiana nos impone. Esto es muy natural ya que un cuadro no vive sino para aquél que lo mira.» Así pues, estas «miradas musicales» creadas por jóvenes compositores enriquecen nuestra colección y le dan nueva vida.
Durante el proyecto, los estudiantes visitaron el museo, y después se hicieron sesiones de trabajo y debate en el conservatorio, a partir de las cuales se seleccionaron las obras sobre las que componer. De estas nuevas piezas musicales, se han seleccionado dos por obra.
Estas composiciones se han estrenado en el mismo museo en dos formatos, el primero con una visita musical donde se ha interpretado la pieza delante de la obra que la ha inspirado y seguidamente con un concierto final en la sala de actos. El concierto ha sido presentado por Josep Perelló, profesor de la Universitat de Barcelona y líder del grupo de investigación OpenSystems.
Las obras en las que se han inspirado los compositores han sido las siguientes:
Retrato de Carlos Casagemas


Pablo Picasso. Carles Casagemas. Barcelona, ??1899-1900. Óleo sobre lienzo. 55 x 45 cm. Donación de Pablo Picasso, 1970. Fundació Museu Picasso, Barcelona. Fotógrafo: Estudi Gasull. MPB 110.022
Esta obra, uno de los retratos que hizo Picasso de su amigo de juventud, ha sido la inspiración de las piezas compuestas por Daniel López y Guillem Ponsí, respectivamente interpretadas por Eric Masip al violín, Alicia Domínguez en la viola y Marc Martí al violonchelo.
Según Dani López «En el retrato se percibe una personalidad obsesiva, imprevisible y diabólica. Mi objetivo durante todo el proceso de composición ha sido plasmar los rasgos de esta personalidad al trío de cuerda. La pieza contiene únicamente dos motivos muy simples, cuya función cambia constantemente, acompañados siempre por un obstinado de notas rápidas repetidas. Un juego de acentos impredecibles adquiere protagonismo a medida que va avanzando la obra, que acaba mezclando todos los elementos mencionados en un punto culminante. A partir de aquí comienza una desintegración de la textura conseguida para acabar con un final abierto.»
Por otra parte, para Guillem Ponsí el Retrato de Carlos Casagemas «hace pensar que el protagonista es una persona compleja, problemática. El pequeño toque de blanco de la camisa sobre el gran fondo negro sugiere que sus problemas comenzaron siendo algo muy pequeño, y que estos han ido creciendo hasta engullir al protagonista, tal y como hace el color negro del fondo. En esta obra, he querido reflejar este proceso emocional que el protagonista sufre, es decir, cómo empieza con algo insignificante y sin importancia y se va haciendo cada vez mayor hasta que termina en la nada.»
Lola, la hermana del artista, en el estudio de la Riera de Sant Joan


Pablo Picasso. Lola, hermana del artista, en el estudio de la Riera de Sant Joan. Barcelona, ??1900. Óleo sobre tela. 55,5 x 45,5 cm. Donación Pablo Picasso, 1970. Fundació Museu Picasso, Barcelona. Fotógrafo: Estudi Gasull. MPB 110.054
Los compositores Daniel Muñoz Osorio y Míriam Spinelli se han inspirado en este retrato de Dolores Ruiz Picasso, la hermana del artista. Las piezas han sido interpretadas por Clara Giner y Héctor Rodríguez a la flauta.
La composición de Míriam Spinelli se ha inspirado «en esta pieza, utilizando el simbolismo donde las ventanas representan la posibilidad de liberarse del malestar, contrasta la oscuridad de la habitación -como metáfora de su estado anímico- versus la claridad exterior, como representación de la luz y de la vida. Dentro de este marco, Lola, hermana del pintor, con su vestido blanco, podría funcionar como ancla de calma, serenidad y paz interior para Picasso, en una plasmación del significado del mundo exterior en el corazón del pintor.»
Muy diferente ha sido sano composición de Daniel Muñoz que se plantea «¿Qué misterio hay detrás de esta cara sin rostro? ¿Qué enigma hay en esta silueta sin línea? ¿Qué secreto se esconde en esta figura sin identidad? No podemos saber quién es. No podemos reconocer muchos rasgos que nos den pistas importantes, ni demasiado facciones que nos ayuden. Podemos imaginar innumerables caras, eso sí. Caras que pueden pertenecer a cualquier persona. Cualquiera que puede tener inimaginables historias detrás, una de las cuales le ha llevado ante esta ventana, en un estudio de la antigua Riera de Sant Joan. Pero qué misterio hay, pues, detrás de esa cara sin rostro? Ninguno. Sólo que el sol le cae detrás. Sólo que la luz no ilumina sus facciones. Sólo que es Lola, la hermana del artista »
La ofrenda


Pablo Picasso. La ofrenda. París, 1908. Gouache sobre cartón con imprimación blanca. 30,6 x 30,6 cm. Donación Lord Amulree, 1985. Fundació Museu Picasso, Barcelona. Fotógrafo: Estudi Gasull. MPB 112.761
Esta obra de Picasso está estrechamente relacionada con Les demoiselles d’Avigno. Nicolás Hernández a la flauta, Emili Flores al oboe y Cristian Molina al clarinete han puesto sonido a las composiciones creadas por Irene Gregorio y Óscar Vilaprinyó respectivamente.
Según nos explica Irene Gregori «En esta breve pieza, he aprovechado los tres instrumentos para representar los tres personajes que vemos en el cuadro. Cada uno de estos personajes refleja muy bien su personalidad y así lo he intentado transmitir musicalmente. Al principio de la pieza se nota mucho la diferencia entre los tres y a medida que va avanzando en este pequeño recorrido comienzan a coger toques el uno del otro hasta llegar a un movimiento melódico rápido donde se van mezclando, pero al final, siempre los supera la personalidad fuerte que tiene cada uno de ellos.”
La pieza musical de Oscar Vilaprinyó nos relata una pequeña historia donde «cada personaje está representado por un instrumento: el clarinete es la chica; la flauta se convierte en el chico joven y el oboe, el señor. De este modo, las tres figuras representadas por Picasso cobran vida en una breve tragedia musical: la chica seduce los dos personajes masculinos que se persiguen y luchan hasta la muerte del más joven en un final melancólico.»
El taller de la La Californie

Pablo Picasso. El taller de La Californie. Cannes 29 abril de 1956. Óleo sobre lienzo. 195 x 260 cm. Colección particular
Esta obra ha sido interpretada por Marta Crous y Lluís Vila a la guitarra. Los dos compositores seleccionados, Jordi Estany y Eli Ben Avi, han trabajado a partir de disonancias sonoras para remarcar los aspectos abstractos, podríamos decir que casi «visualmente disonantes» de la pintura.
Según el compositor Eli Ben Avi, «A primera vista se puede ver que Picasso divide el cuadro en tres partes. La parte derecha de la pintura es un espacio abierto con gran cantidad de luz: este ambiente lo interpreto con sonidos de cuerdas al aire con un ritmo flotante, y con armónicos naturales que para mí expresan la luz de la ventana. La parte central es un ambiente más oscuro, misterioso y con la sombra de una persona: me sugirió una música más emocional, con acuerdos y melodía, y con extremos entre graves y agudos que expresan los colores blanco y negro. La parte izquierda es la más compleja del cuadro, y la música responde con densidad rítmica y disonancias más marcadas. El acuerdo de la novena menor con sincopas que aparece por un momento en el fin de la primera parte describe la proximidad entre lo simple y lo complejo en la obra de Picasso, lo mismo que la aparición repentina de una melodía tranquila, que pretende plasmar la sensación que me provocó el cuadro, de algo inesperado.»
Para Jordi Estany, «Esta descomposición y abstracción del objeto, siempre entreguardando una simetría sumergida dentro del desorden, me han dado la posibilidad de moverme en un terreno hasta ahora desconocido para mí, el lenguaje cubista. Los tonos utilizados por Picasso, casi una gama de blanco y negro como único abanico colorista, para mí simbolizan este pulso aparentemente tan opuesto en música como son la disonancia y la consonancia. En el contenido melódico-armónico de la pieza, he tratado de romper y reconstruir de nuevo todo el material que me ha inspirado La Californie. Los diferentes espacios de la obra, claramente delimitados en el cuadro, han sido las pautas a seguir para la disección formal. Dentro cada una de las secciones he intentado que el movimiento rítmico escenifique la densidad propuesta por el autor.»
Finalmente las piezas se han interpretado también en la sala de actos del museo en un concierto abierto al público y con la presentación de José Perelló.




Momentos antes del concierto, presentación y presentación de las piezas ante el público de la sala de actos. Fotografías: Jordi Mota
«Un cuadro vive su vida como un ser vivo, experimenta los cambios que la vida cotidiana nos impone. Esto es muy natural ya que un cuadro no vive sino para aquel que lo mira”
Pablo Picasso. Christian Zervos, «Conversations avec Picasso», Cahiers de arte Paris 7/10 (1935), p. 173-174
Redacción del museo
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