«Querido Sabartés», Jaume Sabartés visto por Pablo Picasso

El pasado jueves iniciamos una serie de conferencias magistrales de carácter anual en torno a la obra de Picasso en honor al fundador del museo, Jaume Sabartés. La primera fue a cargo de Elizabeth Cowling, que exploró qué papel tuvo la caricatura en el retrato picassiano en base a los que realizó de Sabartés durante los años de amistad que compartieron.

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Pablo Picasso. Retrato de Jaume Sabartés, sentado . 1900. Acuarela y carboncillo sobre papel. 50,5 x 33 cm. MPB 70.228 | Pablo Picasso. Retrato azul de Jaume Sabartés. 1901. Óleo sobre lienzo. 46 x 38 cm. MPB 70.491 | Pablo Picasso. «Poeta decadente”. Retrato de Jaume Sabartés. 1900. Carboncillo y acuarela sobre papel. 48 x 32 cm. MPB 70.232

Elizabeth Cowling es miembro honorario de Historia del Arte de la Universidad de Edimburgo y ha realizado un estudio particular sobre la obra de Picasso del cual han surgido varios libros. Visitó el Museu Picasso de Barcelona por primera vez hace 30 años y leyó el libro Picasso. Retratos y Recuerdos de Jaume Sabartés cuando tenía 20.

Tal y como comentaba Cowling, y pudimos comprobar a lo largo de toda la conferencia, la devoción de Sabartés por Picasso es legendaria; para él ni había habido ni habría ningún otro pintor como Picasso.

A menudo criticado por el entorno más próximo de Picasso, especialmente el femenino como muestran las memorias de Françoise Gilot, Sabartés mantuvo con Picasso una amistad desigual, asimétrica y al mismo tiempo fascinante que duró más de 60 años. Ambos tenían la misma edad y se conocieron en Barcelona a los 19 años, cuando Sabartés estudiaba para escultor y escribía también poesía. Desde el principio el carisma de Picasso cautivó Sabartés y su creencia en el genio fue absoluta.

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Pablo Picasso. Retrato de Jaume Sabartés con gorguera y sombrero. 22/10/1939. Óleo sobre lienzo. 46 x 38 cm. MPB 70.241 | Pablo Picasso. Sabartés, como gentilhombre de la época de Felipe II. 25/12/1938. Lápiz grafito sobre papel impreso. 28,7 x 20,7 cm. MPB 70.231

El mismo Sabartés decía en su libro:

“De mi primera visita a su taller de la calle Escudellers Blancs aún conservo el recuerdo de la despedida. Es mediodía. Mis ojos aún están impregnados de lo que han visto en sus papeles y en sus álbumes de apuntes… Picasso, de pie en el rincón del ángulo formado por el corredor que pasa por delante del cuarto taller, al encontrase con el pasillo que conduce a la puerta, hurga en mi confusión con la fijeza de su mirada. Al pasar por delante de él para despedirme insinúo una especie de reverencia, sorprendido por la fuerza mágica que se me está revelando: poder maravilloso de rey mago que ofrece presentes tan ricos de sorpresas y esperanzas.” [Picasso. Retratos y Recuerdos de Jaume Sabartés, pág. 23 i 24]

A lo largo de los años fueron desarrollando su propio lenguaje y sus propios rituales y los retratos y caricaturas (con las respectivas cálidas dedicatorias) que Picasso hizo de su amigo se fueron sucediendo año tras año tanto si vivieron juntos como separados por cientos de kilómetros.

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Pablo Picasso. Jaume Sabartés como un fauno tocando el aulós. 10/14/1946. Óleo y carboncillo sobre papel. 65 x 50 cm. MPB 113.143 | Pablo Picasso. Composición humorística. Retrato de Jaume Sabartés con Neile Adams. 04/12/1957. Tinta china y lápiz graso de color sobre papel impreso de revista recortado. 35,6 x 26 cm. MPB 70.674

Picasso lo representó en infinidad de retratos y caricaturas a través diferentes técnicas y personajes. Podemos ver a Sabartés retratado como un caballero, un monje, un payaso, un fauno, un torero, un ciego, un melancólico, entre vedettes, con gorguera, etc. registrando no sólo el aspecto físico, sino también la personalidad. Sin embargo, unos rasgos esenciales de la fisonomía de Sabartés se repiten constantemente: pelo largo y liso, nariz puntiaguda, labios femeninos y carnosos y barbilla prominente.

Sabartés nunca se ofendió ni se opuso a estas caricaturas dado que las entendía como parte de su amistad cómplice, capaces de perpetuar la confianza de juventud. Era un honor para él quedar registrado por Picasso aunque fuera en una caricatura porque sabía que no podía ser una inspiración comparada con la que le sugerían las mujeres que compartieron vida con el artista. Era la forma en la que Picasso pensaba en él.

La creación del Museu Picasso el 9 de marzo de 1963 es en gran parte el resultado de la devoción que Sabartés mostró por Picasso, la culminación de una amistad que duró toda una vida.

Redacción del museo

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