Si la invención del tubo de plomo para almacenar la pintura al óleo permitió a los impresionistas salir a trabajar fuera del taller y plasmar la naturaleza en vivo y en directo, el uso de la pintura industrial ofrecerá la libertad definitiva a los artistas de los inicios del siglo XX.
Bajo el título From Can to Canvas, el pasado mes de mayo tuvo lugar en Marsella un coloquio internacional donde restauradores y conservadores de Europa y América discutimos sobre materiales y técnicas pictóricas no tradicionales. Una mirada diferente y complementaria a la historia del arte desde la visión de la investigación del proceso de creación.
Hoy nadie duda de que los museos deben revisar sus colecciones para conocer las técnicas con más precisión y disponer de mejor información a la hora de abordar las iniciativas de conservación. Un gran reto que sólo podremos llevar a cabo desde la interdisciplinariedad, buscando la colaboración entre instituciones y acercando la investigación científica a los museos. Aprovechamos la tecnología actual que, cada vez más, ofrece equipos de formato más reducido, facilitando la portabilidad sin tener que desplazar la obra. Llevamos los laboratorios a los museos.
La producción plástica de la primera mitad del siglo XX se caracterizó por la ruptura con la tradición. Desde que en 1909 Braque introduce al joven Picasso en el uso de la pintura decorativa descubriéndole los secretos del oficio de los materiales fingidos (papel pintado, marmoleados, falsa madera…) todo fue válido para desarrollar el nuevo lenguaje del cubismo y romper definitivamente con la tradición. A partir de este momento ¡la pintura ya no pasará necesariamente por la paleta ni el pincel será la única herramienta para aplicarlo! La lata de pintura decorativa hace su aparición en los talleres de los artistas.
Reyes Jiménez durante el coloquio
Con la misma naturalidad que nuestros artistas plásticos utilizan hoy el vídeo y las nuevas tecnologías, Picasso, Braque, Picabia, Siqueiros… fueron unos adelantados a la modernidad. Supieron aprovechar lo que la industria química les ofrecía: nuevas formulaciones en plásticos artificiales, productos procedentes de la joven industria del cine o del automóvil como las lacas de piroxilina o los aceites rectificados, productos de secado rápido que mezclaban con sus aceites tradicionales para conseguir efectos innovadores.
El Museu Picasso estuvo presente en las jornadas y tuvo una participación activa en la mesa redonda de clausura en la que se discutió sobre interdisciplinariedad. Aprovechamos el foro para explicar nuestras líneas de investigación y plantear la necesidad de establecer puentes para una mejor comunicación entre instituciones.
Fueron unos días de intercambio fructífero de información entre colegas que nos aproximará un poco más a los sistemas de trabajo de Picasso y sus contemporáneos. Gracias al Musée Picasso de Antíbol, al Art Institute de Chicago y al Centre Interrégional de Conservation et Restauration du Patrimoine (CICRP) de Marsella por la iniciativa.
Reyes Jiménez
Conservación preventiva y Restauración
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