Antes de entrar a trabajar en el Museu, sabía poquitas cosas de Picasso. Básicamente, tenía muy vivo el recuerdo de cuando mi padre me había llevado allí de pequeña: aquel pintor tan importante resulta que de jovencito ¡¡¡no paraba de llenar de dibujos los márgenes de sus libros!!! Esto y que en 1906 había ido a Gósol, el pueblo donde nació mi madre.
De todas las cosas que he tenido el privilegio de aprender como responsable de publicaciones en el Museu, una de las más entrañables ha sido el descubrimiento de los sitios de la ciudad donde Picasso estuvo vinculado. Esto lo pude hacer gracias a la reedición de la Guía de la Barcelona de Picasso que Josep Maria Carandell escribió para conmemorar el centenario del nacimiento del artista.
Este proyecto fue especial por muchos motivos, pero para mí estará siempre vinculado a los momentos que pasé recorriendo los sitios que aparecen en el texto y que transformaron para siempre mi imaginario particular de algunos de los rincones de la ciudad. Si tuviera que llevaros a hacer sólo una parte del paseo por los lugares picassianos, os llevaría a tres calles.
La primera parada sería en la calle de la Plata. Aunque los especialistas dudan de dónde tuvo Picasso su primer taller, a mí me gustaría imaginar que fue en el número 5. Puede ser porque el edificio parece más deteriorado, con más sabor a barrio de puerto, o porque en el último piso, visto desde la penumbra persistente de abajo, diría que esconde los secretos de la luz que le permitió dibujar una cúpula de la iglesia de la Mercè enmedio de un cielo rojizo que a mí me gusta especialmente.
A la izquierda, vistas, de la iglesia de la Mercè, desde la azotea de una escuela de la calle Ample. Barcelona, 2006. Foto: Josep Maria Llobet. A la derecha, Cúpula de la iglesia de la Mercè realizada por Picasso. Barcelona, 1897. Pastel y lápiz Conté sobre papel.
El segundo lugar que visitaríamos sería la calle Escudellers Blancs. No acostumbra a aparecer entre los trayectos habituales de los viandantes y a menudo empieza casi desierto cuando vienes de la calle de La Lleona o por la de Rauric. Aquí tampoco existe unanimidad para situar el taller que ocupó Picasso durante una parte del 1899. Me parece que la primera vez que pasé un buen rato intentando identificar cuál podía ser la ventana que pintó (un óleo que me cautivó des de la primera vez que lo vi) y que tenía que estar a la fuerza delante de su taller. Caminando en dirección a Escudellers descubrí que el resto de la calle es fascinante: silencio, balcones, luz y unos edificios con un punto de nobleza que no imaginaba encontrar allí.
A la izquierda, Calle dels Escudellers Blancs, donde Picasso ocupó un estudio durante algunos meses de 1899. Barcelona, 2006. Foto: Josep Maria Llobet. A la derecha, balcón pintado por Picasso. Barcelona, 1899. Óleo sobre tela.
Y, finalmente, os llevaría al pequeño trozo que aún nos queda de la calle de l’Oli. En realidad, ésta es una parada para dejar volar la imaginación… pura evocación: ni la plaça de l’Oli (donde estaba el edificio d’El Guayaba) ni la calle de la Riera de Sant Joan (que estaba un poco más arriba) existen, porque desaparecieron con la construcción de la Via Laietana. Pero a mí me gusta pasear por estos cuatro callejones -entre la plaça de la Llana y la de Santa Caterina- e imaginarme que las casas desaparecidas se parecen a las que resisten el paso del tiempo, con los balcones llenos de ropa tendida. Casi puedo sentir el barullo de los carros, los niños corriendo y las mujeres cargadas con hatillos, y miro nuevamente hacia arriba, buscando otra vez una ventana. Pero esta vez sé que la que busco no está allí; la tengo localizada muy cerca del Museu.
Sí, en la plaza Sabartés hay un edificio que hace esquina con la calle del Hostal de Sant Antoni. En el último piso, mirando hacia la plaza, hay una ventana cuarteada, de madera, que para mí es como una copia de las que aparecen al lado de Lola, la hermana de Picasso, en un óleo que reproduce el interior de su estudio en la Riera de Sant Joan, 17.
Dos óleos de Picasso en la Calle de la Riera de Sant Joan, 17. A la izquierda, vista de la calle desde la ventana del estudio del artista. Barcelona, 1900. Óleo sobre tabla. A la derecha, Lola, hermana del artista, al interior del estudio. Barcelona, 1900. Óleo sobre tela.
Y fue mirando a través de esa ventana que pintó la impresionante vista de la calle, otra de mis obras predilectas. Algunas tardes, cuando el sol da de lleno en este ventanal de la plaza, me gusta pensar que detrás de los cristales hay alguien que también tiene un pincel en la mano y mira el edificio del Museu buscando la inspiración que emana de las obras que hay en nuestras salas.
Marta Jové
Publicaciones
agosto 13, 2009
Un text bellíssim! Per què no et dediques a escriure?